Nace en Santiago de Chile el 1° de Marzo de 1924. Su nombre verdadero era Mercedes Valenzuela Álvarez. Hija de don Leonidas Valenzuela Díaz y de doña Ana Álvarez del Pino. Su padre fue médico y falleció muy joven en un accidente. Su madre, fue una mujer que hizo frente a su época; estudió medicina y completó su carrera al quedar viuda. Mercedes fue hija única entre cuatro hermanos varones y la preferida de su padre. Fue una niña hermosa de ojos verdes enormes y vivaces con un temperamento resuelto e independiente. Ya a los doce años leía con gran interés todo lo que llegaba a sus manos y pensaba que, a la larga, iba a ser escritora.
Palabras en Recuerdo de Mercedes Valdivieso
Poema “Que es Olvido” de Ricardo Yamal (1946-1995),poeta y ensayista
chileno.
Que es olvido
A Mercedes Valdivieso
No me dirás
que después no hay nada,
que todo será la fosa
eternamente y sin fin.
No me dirás
que nunca más tu mirada,
tus palabras de vino,
tu femenina estela,
tus chales, sombreros, y casa iluminada.
Ni el rito a la hora de la cena, o tu vanidad mágica,
ni tu risa que hasta ahora puedo escuchar.
Que toda esta lucha de años
por negar el terrible mal, este
silencio
por sellar la carcoma que avanzaba
aunque tú y yo cerráramos los ojos
aunque tú no quisieras admitirlo
y yo, contra todos los pronósticos
siguiera izando una bandera
a los aires
y brindando por nuestra salud
ojalá eterna.
No me dirás que te has ido
y que ya no vienes.
Y que esa despedida en el cementerio
de Santiago
fue lo último que quedó de nosotros.
Lluvioso y frío día, tierra mojada
y mausoleos de piedra y mármol
para llevarte toda entera
y los recuerdos.
Y qué pasa con esto,
con la vida que sigue quietecita
como en una tarde tibia
alumbrando para otros?
Y qué de esta vidita
que era tuya y de tus amigos.
Y qué de tu escritura?
Cómo se puede partir así,
contra la propia voluntad,
mientras por las venas escapa la luz,
y de otra parte se viene el silencio,
la tiniebla, tan callando.
No me dirás que no debo preguntar
porque éste es el destino de todos
y que debo ser mudo testigo de mi
propio cuerpo
y su traición
que preveo certera y abominable.
No, no creo ni acepto
que hubo una palabra final
que nunca terminó, o que nunca conocí.
Sólo retengo tu mano
sujetando, aferrándose a la mía,
como a la vida, a la conciencia
del golpe
cuando aquel súbito terror
y el "¿crees que pasaré ésta?"
Hoy se agolpan los recuerdos
y sólo existen esos meses finales
de agonía,
de esperanza, sin embargo,
...y la cura que no llega.
No, no me dirás que no hablaremos jamás
que ni aquí ni después
ni allá arriba, ni en
ninguna otra tierra prometida.
Que el tiempo, los años, los siglos
se irán
y no seremos ni siquiera este
ayyy en el recuerdo.
Ni una brizna en la gavilla.
Al menos tu voz quedará grabada
en la escritura.
Al menos perdurarás de otra manera.
Para aquellos que conocimos la fineza
de tu mano
la nación de tu amistad
no hay consuelo.
Ni por ti, ni por nosotros, ni
por lo que nos espera.
No lo hay.
